¿Alguna vez has pensado por qué a tu hijo o hija le gusta tanto jugar a las cocinitas, casitas o papás y mamás? Cada vez se da más importancia al juego dramático en niños y niñas de 3, 4 y 5 años. No sólo por el juego en sí, sino porque gracias al juego de roles se pueden trabajar otras muchas habilidades como las emociones, lectoescritura o matemáticas, tan necesarias para el desarrollo infantil. La semana pasada decidí jugar a los restaurantes, y estos fueron los pasos que seguí para que podáis repetirlo en casa. ¡Nos lo pasamos genial! ¿Quieres saber por qué?
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¿Por qué el juego dramático en edad infantil?
El juego dramático siempre se ha trabajado en Educación Infantil y en todas las casas: algo tan sencillo como coger una muñeca y darle de comer, imitar a papá hablando por teléfono, jugar a ser la maestra con los peluches, etc. Los peques disfrutan imitando aquello que conocen y, meterse en un rol diferente al de niño o niña les ayuda a proyectar y seguir aprendiendo. Jugar a los restaurantes es una estupenda forma de empezar en casa.
Cada vez se habla más de la función ejecutiva en edad infantil como predictor del éxito de adultos. Ahora muchos de los nuevos programas y contenidos para Educación Infantil en EEUU incluyen mucho tiempo dedicado específicamente al juego de roles, pudiendo añadir muchos otros y adaptando esos temas a la realidad de los niños. Los niños y niñas imitan lo que ven y conocen.
El autocontrol, esperar turnos, la imaginación, creatividad, liderazgo, autonomía e independencia, etc., son solo algunas de las habilidades que trabajan sin darse cuenta. Los niños son los directores del juego, teniendo que crear ellos los materiales, establecer roles, resolver diferentes conflictos, etc.
Recomiendo esperar al momento adecuado, sin forzar este tipo de juegos. Hay muchos niños y niñas que no parecen muy interesados por el juego de roles. Observa a tus hijos e hijas y si empiezan a mostrar interés por el juego dramático o te piden que juegues con ellos bajo algún rol específico, sabrás que ha llegado el momento.
Primer día: ¿Por dónde empezamos?
Por todo lo anterior, y después de la experiencia de haber visto los resultados en mi clase, decidí probar algo similar con mi hijo Leo (18 meses) e hija Kira (3 años y medio) en casa. Decidí jugar a los restaurantes porque mi hija de manera espontánea empezó algunas semanas atrás a pedirnos a mí y a su padre que jugásemos a ser los camareros (ella prefiere ser cliente, a quién no…). ¡Qué curioso! Justo después de más de 3 meses que llevamos sin pisar un restaurante.
Así que días atrás empecé a adelantarle que ese lunes íbamos a empezar a crear un restaurante en casa. Ya sabéis, con mucho misterio y emoción para contagiarle todas esas ganas a los más peques. Como Kira ya ha tenido muchas experiencias en restaurantes, sólo hubo que recordar algunos roles básicos: camarera, cocinera y cliente.
El alma de educadora me obliga a tratar de trabajar mil cosas mientras trabajo otra, así que incluí pensar en el nombre del Restaurante como parte de la tarea de lectoescritura de ese día. Mi hija eligió que SU restaurante se llamará Julajá. Y si a ella le encanta, a mi me maravilla también. Pensamos juntas qué letras formaban esa palabra y ayudé con puntitos para trazar aquellas que aún no domina bien (la u y j), pudiendo hacer ella sola la l y la a.
Después, dibujé las letras en triángulos a modo de banderín y ambos lo colorearon con acuarelas, pudiendo así incluir también a Leo en la actividad. Ya hablé de lo difícil que es incluir a ambos en actividades, pero jugar a los restaurantes nos funcionó en casa.
Kira estaba ansiosa por empezar ya a jugar, pero le expliqué que aún quedaban muchas cosas previas antes de poder abrir al público, ya que no sabíamos ni qué íbamos a servir de comida. Eso sería al día siguiente.
Segundo día: ¿Cuál es el menú?
Ahora teníamos que pensar qué platos íbamos a tener de menú. Por supuesto, lo primero fue explicar el vocabulario nuevo: menú, carta, etc. Yo incluso le expliqué lo que era una comanda, para así poder seguir practicando escritura.
Kira tiene una pequeña cocina de IKEA que le regalamos por Navidades cuando tenía 2 años. Por cierto, maravillosa toda la sección para niños de IKEA, muy en la línea de fomentar la creatividad que tratamos de seguir en casa. Así que nos fuimos a su cocinita y vimos todas las opciones de menú que podíamos crear. Nosotros tenemos este juego de comida y este de utensilios de cocina.
Al final, Kira decidió que el menú fuese: agua, cupcakes, salchichas, verduras y helado. De nuevo, si para ella tiene sentido y ha sido su decisión, a mi me parece estupendo también. Aquí podéis aprovechar para hablar de la comida saludable, la importancia de una dieta equilibrada, etc. Yo decidí dejarlo para otro momento y no parar el juego ni su creatividad.
Volvimos a trabajar lectoescritura escribiendo las letras de los sonidos de las palabras en la carta con el menú. Yo le pinté un dibujo al lado para facilitar el uso del menú, ya que ninguno de mis hijos sabe aún leer. Así a la hora de jugar, pueden señalarle al camarero el plato que quieren, y no necesitan ayuda del adulto.
Tercer día: ¿Cuál es el precio?
El tercer día tocaba hablar de dinero. Este es un concepto muy abstracto para los niños y niñas. Yo siempre trato de simplificarlo hablando de cantidades absolutas: en este caso cada comida podía valer de 1 a 10 dólares. No entré a explicar el valor de las diferentes monedas o billetes.
Usando el uso del ábaco y las monedas, aproveché para introducir el concepto de caro y barato. Expliqué a Kira que un plato debe ser más caro si a la cocinera le cuesta más trabajo hacerlo. Comparando el vaso de agua (sí, en nuestro restaurante se cobra el agua) con el plato de verduras, ella misma me explicó que el agua era sólo abrir el grifo y las verduras había que cocinarlas.
Practicamos con las monedas las diferentes cantidades. A veces le daba más o menos monedas a propósito para que ella tuviera que contarlas y decirme cuál era el error. Este es un ejemplo estupendo para trabajar matemáticas y la correspondencia que tanto les cuesta con 3 y 4 años. Mucho mejor así que con una ficha de papel y lápiz, ¿verdad?
Cuarto y quinto día: ¡A jugar!
Por fin llegó la inauguración del Restaurante Julajá y estábamos todos muy nerviosos. Kira se puso su delantal y asumió los roles de camarera y cocinera. Leo y yo éramos los clientes y estábamos preparados con nuestras monedas.
Nos lo tomamos todos muy en serio y Kira nos preparó una mesa con mantel. Nos saludó y enseñó la carta. Cuanto más os metáis en el papel, más lo harán ellos. ¡Kira empezó a llamarme de usted nada más empezar!
Pedimos dos vasos de agua y un perrito caliente. Decidimos ir pagando según iban saliendo los platos, ya que no quería que tuviera que sumar muchas cantidades y se perdiera el objetivo de trabajar matemáticas. A veces nos equivocábamos y le pagábamos de más o de menos, teniendo Kira que contar moneda a moneda para asegurarse de que el pago era correcto.
Introduciendo el concepto de comanda, Kira también iba apuntando en su pizarra aquellos platos que le íbamos diciendo, pensando los sonidos iniciales de las palabras. Las letras que más le gusta escribir son la a y la m, por eso es normal que cuando finge escribir aparezcan siempre estas dos letras. Es una etapa más del aprendizaje de la escritura de la que hablaré en próximos artículos.
Lo importante en este momento no era deletrear ni escribir correctamente las palabras, sino aprender el uso y propósito de la escritura: en este caso el de acordarnos de lo que nos pide el cliente. Si hubiese detenido el juego para corregir, habría salido de mi rol de cliente y la motivación de Kira por el juego habría desaparecido.
¿Cómo seguir extendiendo el juego?
Jugar a los restaurantes puede extenderse varias semanas. El resto de días podéis continuar con el juego dramático incluyendo nuevos roles:
- Podemos ser nosotros los cocineros y camareros y servir a nuestros hijos e hijas.
- Podemos ser el cocinero, nuestra hija la camarera (o viceversa) y servir a peluches o muñecas.
- Nosotros hemos llegado a jugar con la abuela por videollamada y mi hija iba poniéndole la comida a mi madre al lado de la pantalla.
O también podemos añadir nuevos conflictos al juego y ver cómo lo resuelven nuestros peques:
- Un cliente que se olvida el monedero y no puede pagar la comida.
- La cocina empieza a arder cuando estamos cocinando.
- Nos quedamos sin algún ingrediente básico para cocinar.
Hay muchas más alternativas y diferentes juegos de roles para jugar en casa. Jugar a los restaurantes es sólo un ejemplo. Apenas se necesitan materiales y siempre se pueden crear con papeles, cartones o material reciclado que tengamos por casa. Un bloque puede hacer de teléfono, una mesa ya es una cocina, y una alfombra puede ser una cama. Y vosotras, ¿tenéis algún juego dramático favorito en casa?
Mujer, maestra bilingüe y madre de dos pegotetes. Estudié Psicología y pronto me fui especializando en áreas sociales y educación. Educar a una hija e hijo está siendo apasionante, y quiero compartir aquellos consejos que hubiera agradecido leer hace unos años. Ser madre es agotador, frustrante, sorprendente y, sobre todo, divertido. O al menos eso intento. ¿Me acompañas?
8 comentarios
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